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Cuando se habla de magia, muchos imaginan a personas vestidas de negro clavando alfileres a fotos de personas ,invocando el mal y un sinnúmero de supuestos total mente alejados de la realidad.
Si bien es cierto que todo depende la finalidad con que se practique la magia .Así que el problema no es la magia en si misma ,sino más bien a la utilidad e intención que se le da.
El ritual tiene un poder inmanente, una especie de virtud espiritual, aquellas personas que lo practican le dan un valor simbólico dependiendo de cada creencia, es una forma de sentir el poder, la fuerza y la capacidad trasformadora de encaminarse a una meta u objetivo.
Por ejemplo cuando preparas un altar, activas la energía de cada objeto presente, dándole aún más fuerza, abriendo puertas y protegiendo astralmente aquellas cosas que deseas, algo que en nuestra cultura poco a poco se ha ido perdiendo, tienen una gran importancia para marcar los procesos de cambios y el paso de una etapa a otra de nuestras vidas.
Un ritual se puede encaminar como una especie de “limpieza energética” donde nos despedimos de los sentimientos y pensamientos negativos, de los errores y acciones “malas”, además aprovechamos ese espacio para felicitarnos por los aprendizajes, los logros obtenidos y de esa forma empezar a construir una mayor confianza en sí mismos para lograr los objetivos propuestos y alcanzar las metas trazadas.
Buscar un trabajo, conseguir un ascenso, una boda, una pareja, salud, belleza, más energía, buenas notas en los estudios de nuestros hijos, restablecer la buena comunicación con alguien, restablecer la armonía en el hogar, reconciliarse con una amiga o con la pareja, limpiar de energías negativas de nuestra casa o de nosotros mismos… Los podemos hacer nosotros mismos/as. Esto no hace daño a nadie
La Magia Blanca es inofensiva y se puede utilizar para facilitar ciertas acciones que queremos obtener, abriéndonos el camino para la obtención de ciertos fines.